EL ROL DEL PESCADOR MARGARITEÑO EN TIEMPOS DE CRISIS Y PANDEMIA
Por: Nancy Contreras Díaz
El pescador es la persona que vive de las capturas
de peces y otros animales acuáticos, pero cuando nos referimos al pescador
margariteño, pasa de ser un simple
concepto a un cumulo de sentimientos, valores y rica cultura muy propia, para muchos
pensar en ellos es muy simple pero cuando nos adentramos en su historia, sus
aportes a la comunidad nos sorprendemos grandemente, muchos investigadores y
autores han excavado en la historia trayendo ante nosotros interesantes
fragmentos que nos enseñan la grandeza de nuestro pueblo, algunos han
catalogado a los indígenas margariteños de hospitalarios y pacíficos, lo que les mereció la buena voluntad de los españoles, para
otros refieren que el auténtico
guaiquerí hizo frente a la dominación española, como Gasparico, que se resistió
al pillaje que ejercían los conquistadores, aun cuando sabía que sería
duramente castigado.
Independientemente de esto es necesario
resaltar que nuestros indígenas del pasado guaiquerí que poblaron las islas de
Cua Hua (hoy Cubagua) y Cochen (hoy Coche) y la hermosa isla llamada
Paraguachoa (hoy Margarita) eran excelentes pescadores y agricultores, de esa
realidad que aún perdura como parte de una cultura ancestral rica en saberes que ha empoderado a este pueblo y con las
cuales han crecido generaciones enteras en tiempos de abundancia pero también
en tiempos de crisis, realidad que no es un secreto, siempre han existido
momentos difíciles, para algunos más que para otros y aquí es donde quiero
llegar en el rol que ha asumido el pescador margariteño en su historia y no es
otra que el hacedor de sonrisas y esperanza a orilla de
playa, estas se materializan cuando las personas de bajos recursos entre
ellos residentes, extranjeros o migrantes ven llegar los botes con sus trenes
llenos del alimento más deseado.
Niños, niñas, jóvenes, mujeres y hombres
dispuestos a jalar el tren, todos hacen de esa labor un trabajo en familia que
al final es recompensado con una parte de pescado sin costo alguno para
satisfacer sus necesidades y así retribuir a su pueblo con parte del bendito
producto del mar que siempre bendice la labor digna y valiente del pescador.
Es importante destacar que la comunidad pesquera enrumba
la pesca en las artes que ésta utiliza, organizando a las comunidades y
haciéndolas participes de las actividades pesqueras dando como resultado una
notable experimentación a lo largo del tiempo, lo que se traduce en orgullo profesional, tenacidad e
identidad cultural entre los miembros de las comunidades pesqueras., su labor representa
una influencia desproporcionadamente grande en la configuración de la cultura
local y la identidad cultural de la comunidad.
En el Decreto Nº. 5.930 con Rango, Valor y Fuerza de
Ley de Pesca y Acuicultura publicado en Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela Nº 5.877 Extraordinario de fecha 14 de marzo de 2008
en su exposición de motivos decreto con rango, valor y fuerza de ley de pesca y
acuicultura establece en el punto.
4. La opción
preferencial por los pescadores y pescadoras artesanales de pequeña escala.
La Revolución Bolivariana se
caracteriza por haber optado por las personas, colectivos y sectores sociales
que históricamente fueron excluidos, explotados y discriminados en nuestro
país. Este ha sido el carisma, el matiz y la orientación fundamental de este
proceso de transformaciones culturales, económicas, políticas y sociales. Todas
las acciones del Estado, especialmente del Gobierno Nacional, han estado y
seguirán estando dirigidas a lograr la Suprema Felicidad Social, esto es, a asegurar
que todas estas personas puedan disfrutar de una vida en dignidad, justicia y
bienestar. Esta orientación estratégica quedó expresada en el Decreto con
Rango, Valor y Fuerza de Ley de 2001 y, posteriormente en la Ley de 2003, en el
reconocimiento y protección preferente de los pescadores y pescadoras
artesanales, de sus tradiciones y derechos ancestrales, frente a los intereses
del gran capital pesquero y capitalista. En este sentido, se incluyó
expresamente el derecho sobre sus caladeros tradicionales, el desarrollo de sus
actividades de manera exclusiva dentro de las seis (6) millas náuticas de ancho
próximas a la línea de costa, además de una serie de normas dirigidas al apoyo,
acompañamiento y financiamiento de sus actividades.
El arte de la
pesca es un oficio ancestral para los margariteños. Todas las familias que
viven a orilla de playa conocen esta labor desde muy temprana edad ya que es
heredada de generación en generación, así como el gentilicio de su gente que
acoge en sus vidas a personas que no son de la zona y a las que les brindan su
humildad cobijo y respeto. El derecho a su cultura es un derecho humano
reconocido en textos antiguos y hecho ley en leyes internacionales y nacionales,
de esto se desprende la necesidad de mantener actualizada la defensa de estas
comunidades pesqueras ya que el imperialismo no descansa en su afán de quitar
los espaciaos que nuestros ancestros han conquistado con tenacidad y ahínco, esto lo podemos
corroborar en nuestro presente cuando se pretendió destruir los fondos marinos
entre Punta Ballena y la Isleta con los enormes turbinas de cruceros que pretendían
establecer en un muelle de cruceros en los espacios del antiguo Puerto de la
Mar, como un proyecto turístico ambicioso y depredador no solo de los fondos
marinos sino de la destrucción de una cultura ancestral de nuestros pescadores
margariteños, de su economía y de sus familias cuya única fuente de ingresos es
la pesca.
Los
pescadores margariteños basaron su defensa del más productivo caladero
pesquero del Gran Caribe y en el artículo 305 de nuestra Carta Magna que
establece la obligatoriedad del estado de proteger a los pescadores y
pescadoras artesanales en sus caladeros y lugares de trabajo, así mismo en el
estudio titulado Ecología costera y pesca de sardina en el sureste de
margarita, Venezuela. COASTFISH 2004. 1ª Conferencia de Pesquerías Costeras en
América Latina y el Caribe. Se puede evidenciar la importancia de este caladero
en las siguientes conclusiones del estudio.
Se concluye
entonces que el área marina costera comprendida entre Punta Ballena y La Isleta
en realidad constituye el caladero de pesca más importante de Venezuela y este
estudio lo caracteriza desde el punto de vista ecológico. Por causas físicas y
biológicas el recurso sardinero se aproxima a la costa donde se captura con
artes de pesca artesanales apropiados, los cuales han sido la garantía para la
explotación sostenible de la sardina durante más de 75 años. Se reafirma
entonces que la única explicación de la permanencia de esta pesquería, es
porque el recurso se captura por los pescadores artesanales y así debe
mantenerse. Debe mencionarse que en el pasado reciente se consideró que la
industrialización de la captura de sardina venezolana tiene un potencial de expansión
de hasta un millón de toneladas (SARPA, 1996). Sin embargo, se olvida que esta
cifra puede incluir el alimento ó consumo por sus depredadores naturales, que
al igual que la sardina hacen parte del ecosistema. En el caso de permitir
industrializar la extracción de tales volúmenes de sardina, el recurso puede
agotarse en muy poco tiempo y además el ecosistema pelágico regional colapsar
desde el punto de vista de la trama trófica (Gómez, 2001) y causar graves
problemas sociales por la importancia de la actividad pesquera regional y el
número de pescadores que viven de la pesca de depredadores de la sardina. En el
año de ejecución del presente estudio, la captura de 66,815 t de sardina
Sardinella aurita en el sureste de la isla de Margarita verifica la importancia
del caladero Punta Ballena – La Isleta para la seguridad alimentaria nacional y
sitúa al Estado Nueva Esparta como el principal productor pesquero de Venezuela
y del mar Caribe.
Los
pueblos de Margarita y Coche emprendieron junto a la comunidad universitaria la
hermosa y difícil tarea de transformar aquellas construcciones destinadas
originalmente al comercio, en espacios para la educación incluyente y solidaria
de la Universidad Bolivariana de Venezuela, ese
compromiso se acrecienta dado que es a los pescadores artesanales y sus luchas
que se deben los grandes espacios que ahora ocupa nuestra universidad a la orilla
del mar.
Es necesario visibilizar que la vida
del pescador margariteño no ha sido fácil, sino más bien cargada de muchas
carencias, luchas y desigualdades sociales, aunadas a las crisis constantes a
las cuales no se puede pasar por alto la crisis económica consecuencia de las
medidas impuestas a través de las sanciones de los Estados Unidos de Norte América
y la resiente pandemia de Covid 19, donde las familias de esta hermosa isla debían
mantenerse en sus hogares por
las medidas de seguridad aplicadas por el estado nacional con las llamadas
cuarentenas, 7x7, medidas de seguridad que no vinieron acompañadas del elemento
económico esperado, lo que trajo como consecuencia que muchas de estas familias
pasaran necesidades y hambre, su alimentación básica era sardinas con mango
verde, con ocumo sancochado o patata lo que fuera más accesible a su bolsillo,
es increíble pero cierto y no puede ser invisibilizado, el papel que desempeñó
el pescador margariteño que se adentró a la mar para atenuar el hambre de su
pueblo con sardinas a bajos costos y gratuitas en muchas ocasiones, aquí se
ratifica su nobleza su coraje y su humanidad, como no defender a los pescadores
neoespartanos que han y son baluarte para el estado venezolano.
Nuestra casa de estudios, la
Universidad Bolivariana de Venezuela tiene una deuda moral con este pueblo
pescador y estará presente y al frente de la batalla representando al
comandante eterno Hugo Rafael Chávez Frías por el
resguardo de los intereses de nuestros hermanos que son desprotegidos en sus
derechos pese a las diferentes leyes que se han aprobado para su protección y
también nos mantendremos alertas a la defensa de nuestra casa de los saberes en
la cual se insiste en retornar sus instalaciones a lo que era Puerto de la Mar un
proyecto que solo traería destrucción al caladero pesquero mas importante de
nuestro país si no a la eliminación de una cultura ancestral que debe ser
preservada en el tiempo como patrimonio cultural del venezolano.
¡Todo el sentir de
un pueblo se traduce en el pescador margariteño hacedor de sonrisas y esperanza a orilla de playa!
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